Ser y hacer discípulos


Ser y hacer discípulos

Por Enrique Moreno Laval sscc

En el texto del Evangelio proclamado en este último domingo (fiesta de la Ascensión del Señor), Jesús decía a los suyos: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”.

Vayan: más que una invitación, parece ser una exigencia ineludible. Hay que ir. No hay otra alternativa. Hay que ponerse en camino. Hay que actuar. Y ahora mismo. Vayan.

Hagan discípulos: es la tarea que hay que cumplir. Pero ¿cómo hacer que otros sean discípulos si nosotros no lo somos primero? Y esto es urgente, ser primero verdaderos discípulos del Señor. Ser discípulos no implica saber demasiada doctrina, ni estar al día con todos los sacramentos de la Iglesia, ni sentarse todos los domingos en el templo, siendo todo eso muy importante; lo esencial del discípulo es simplemente seguir a Jesús, es decir, sentir con él y como él, amar y vivir con él y como él, en todo momento y en todo lugar.

Sólo nuestro testimonio de auténticos seguidores de Jesús hará que otros, “todos los pueblos” decía Jesús, se hagan también discípulos del Señor. Nos creerán por la calidad de nuestro amor, y se preguntarán entonces: ¿cuál será la fuente que inspira tanto amor? Y podremos responder sin vacilación alguna: es Jesús, es el Señor.

El momento llamado de la ascensión del Señor marca en la historia de la Iglesia un antes y un después, en conjunto con la resurrección y la venida del Espíritu en Pentecostés. Señala aquel instante en que la primera comunidad de la Iglesia tomó conciencia de que ahora comenzaba su tiempo, “el tiempo de la Iglesia”, y que esto exigía de ella una nueva conciencia, y fuerza, valor, generosidad, lucidez, y entrega a toda prueba. Así lo hicieron los primeros cristianos. Pero, posteriormente, no siempre ocurrió así en la historia de la Iglesia. Hoy tenemos la oportunidad de recuperar ese impulso de los inicios, siendo discípulos y haciendo discípulos en el nombre de Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario