El primero es San Benito. Nacido en Italia en el siglo V º fue el creador de la vida monástica para Occidente. Ésta ya existía pero él dio una forma llena de sabiduría, adaptada a la mentalidad de Europa. Los monjes benedictinos no sólo evangelizaron una Europa bárbara sino que contribuyeron a su civilización. Pero el centro de su vida fue la oración y el trabajo manual como formas de estar siempre en presencia de Dios.
Después viene nuestra Teresita de Los Andes. Es la sencillez, la contemplación de Dios, la fortaleza en el sufrimiento a través de una niña joven que abrazó la vida religiosa del Carmelo.
Luego Camilo de Lelis de Italia, quien después de una vida mundana se dedica con toda su fuerza de alma a los enfermos, fundando una Congregación con esa finalidad.
Después San Buenaventura, el franciscano que, manteniendo la vida de pobreza del Fundador San Francisco, se abrió a los estudios teológicos y enseñó en las Universidades de entonces.
Finalmente el 16 es la fiesta de la Virgen del Carmen, venerada por una antiquísima tradición por unos monjes contemplativos en el Monte Carmelo de Palestina. Están en el origen de los actuales carmelitas.
Como se ve es una semana para valorar la contemplación, es decir la mirada simple y amorosa dirigida a Dios en medio de nuestras vidas afanadas y aun complicadas.
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