El caso más claro de una religiosidad desviada es la que se expresa en el asesinato de inocentes por actos de terrorismo que pretenden defender los derechos de Dios. Otro caso, en las mismas filas católicas, es la ejecución del hereje, realizada en medio de torturas por la autoridad religiosa en siglos pasados.
En nuestro país acabamos de presenciar un caso increíble de manipulación de las conciencias en un centro religioso conservador, donde el actor principal se aprovechó del sentimiento religioso de los jóvenes a quienes sometió a su arbitrio en nombre de Dios.
La religión necesita el ejemplo y la palabra de Jesús. Éste amó a Dios su Padre con todo el ser y ello lo llevó a cumplir una misión de servicio al hermano, que en gran parte trajo libertad de espíritu y un sentido de humana solidaridad.
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