¿Qué es lo específico de la vocación de los religiosos en la vida de la Iglesia?
La regla de Vida de nuestra Congregación introduce así su respuesta: “Todo cristiano queda configurado con Cristo y llamado a revestirse de sus sentimientos. Sin embargo, hay muchas maneras de vivir a Cristo e imitarle. Una de las que propone el Evangelio es dejarlo todo para seguir a Jesús, como los apóstoles, los discípulos y las santas mujeres.
Ser religioso supone el compromiso profesado ante los hombres de preferir sólo a Jesucristo y estructurar la vida en consecuencia. La profesión religiosa quiere expresar la plenitud de la entrega de uno mismo a Dios en la vida concreta.La profesión religiosa no es una promesa solitaria ante Dios solo, sino un acto público, en la Iglesia, que incorpora a una comunidad de hermanos con su vocación y misión propias. Son elementos esenciales de la vocación religiosa la profesión pública de los consejos evangélicos y la vida fraterna, llevada en común bajo diferentes formas y estructuras.
Por la acción gratuita del Espíritu Santo, la vocación religiosa es un don que la Iglesia recibe de su Señor. El religioso está invitado a significar, bajo diversas formas, la caridad misma de Dios, en el lenguaje de nuestro tiempo.
La vida religiosa pertenece más bien al orden profético y carismático de la vida eclesial. Por sí misma no es un elemento de la jerarquía ministerial de ella. Pero todos los religiosos tienen que ser colaboradores del obispo diocesano en su misión pastoral.
La mejor forma que tienen los religiosos para colaborar con sus respectivos obispos en tan diversas tareas como diferentes son las necesidades urgentes del mundo, es siendo fieles al papel que han de desempeñar como comunidad en el misterio de Cristo. En realidad, la comunidad hace a Cristo presente, es su testimonio y lo proclama con su mismo ser.
De las Constituciones ss.cc.:
“El Espíritu Santo nos ha conducido a cada uno por diversos caminos a entrar en la Congregación para seguir en ella a Jesús. A ello nos comprometemos al abrazar por amor a Él su misma 'forma de vida' mediante la profesión religiosa. Así quedamos libres para 'estar con Jesús' y disponibles para ´ser enviados por Él' a la misión del Reino de Dios” (N° 11).
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