Por Enrique Moreno Laval sscc
Durante la semana que acaba de terminar, hemos vivido momentos muy intensos en torno a la memoria de nuestro querido padre Esteban Gumucio. El 6 de mayo, en particular, hemos conmemorado los 10 años de su fallecimiento. El lunes 2 celebramos a los testigos de Jesús que caminaron con el padre Esteban, y entre ellos a nuestro hermano Miguel Macaya. El martes 3 tuvimos un encuentro de reflexión a partir del poema “La Iglesia que yo amo”, escrito por el padre Esteban. El miércoles 3 vivimos una hermosa jornada musical con la participación de la orquesta sinfónica infantil y juvenil de la comuna de La Granja. El jueves 4 un grupo de 200 abuelos y abuelas recodaron al padre Esteban y recibieron el sacramento de la unción de los enfermos. El viernes 6 fue la gran celebración presidida por el arzobispo Ricardo Ezzati. El sábado 7 fue el turno de los niños y enseguida de los jóvenes.
Hemos vuelto a sentir la presencia del padre Esteban que sigue acompañando nuestro camino. Como un “peregrino de Emaús”, él sigue caminando junto a nosotros a la manera de Jesús. Hoy como ayer, sentimos su cariño, su preocupación por los que andan desconsolados, su empeño por transmitirnos esperanza, su mirada que nos invita a mirar a Jesús, su canto que nos anima en los desalientos. Alguien lo dijo: “El tata Esteban ha sido como otro Jesús junto a nosotros”.
¿Cómo no agradecerle al Señor tanto regalo? En medio de tiempos difíciles para la Iglesia, cuando se nos cree poco y algunos no sin razón desconfían de nosotros, qué bien nos hace reconocer en Esteban Gumucio a un sacerdote santo. Así lo reconoció nuestro arzobispo Ricardo al terminar la celebración del viernes: “Creo que la santidad de los sacerdotes es posible, y no solamente es posible, es real. Y por consiguiente la santidad de este sacerdote (el padre Esteban) nos viene a animar en el camino de la fidelidad a Jesucristo, en el camino de la entrega a los hermanos, especialmente a los más pequeños y los más pobres, y la alegría que se expresa en tantos versos del padre Esteban es también la alegría de muchos sacerdotes, de la inmensa mayoría de los sacerdotes”. Damos gracias a Dios.
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